Ubicación:
Ciudad de México, México.
Hace algunos años me dijeron que yo no era tan organizada como aparentaba y que sólo planeaba en un intento desesperado por ordenar el caos que llevaba dentro. Al escucharlo, me incomodó un poco. Sabía que era verdad y que con frecuencia no respetaba mis propios planes.
Quería ser una máquina de la productividad, llevar el control de mi agenda al minuto y seguir un régimen de actividades estratégicas para conseguir mis objetivos en el menor tiempo posible. ¿Cuáles objetivos? No importaba, los que fueran. Ser «exitosa» implicaba darlo todo.
No funcionó. Me frustraba ver mis días repletos de tareas que no conseguía hacer, me molestaba andar con prisa hacia todos lados, mi mente (de por sí dispersa) se mareaba intentando cambiar constantemente de enfoque.
Pero dejar de planear no era una mejor opción (al menos no para mí). Lo veía venir: días enteros de no hacer nada, sintiéndome mal por no hacer nada, demasiado abrumada como para dejar de hacer nada. Y así fue.
Pensé que debía existir otra manera de planear, pero encontrarla sería un viaje en sí mismo. Había descubierto algo interesante:
Cuando planeamos, buscamos obtener la estabilidad del camino trazado; pero, si somos sinceros, sentiremos nuestro ser estremecerse ante las posibilidades, la incertidumbre y la desnudez de nuestra existencia efímera.
¿Cómo elegir nuestro destino cuando dependemos del viento?
La palabra planeación tiene dos significados que reflejan de manera fortuita la aparente dicotomía entre determinación y fluidez.
Por un lado se define como el establecimiento de los pasos a seguir hacia un fin particular (previamente establecido); mientras que su otra acepción está ligada al vuelo: a suspenderse en el viento sin batir las alas, sin forzar el rumbo.
Así, para determinar el proceso exacto que nos lleve de punto A a punto B, necesitamos contemplar todas las variables y minimizar el margen de error; pero el viento es mayormente impredecible. Incluso la más suave brisa es capaz de desviar el más fuerte de los anhelos.
Pensar que podemos trazar un mapa exacto de nuestro futuro desde donde nos encontramos en este momento es insensato. Así mismo, lo es creer que absolutamente todo lo que pasa en nuestra vida está bajo nuestro control y depende del esfuerzo que pongamos en ello.
Nuestra vida no siempre es (ni de lejos) lo que deseamos o hemos trabajado. La meritocracia es una idea irreal y , más allá de motivarnos a dar lo mejor de nosotros, nos puede encapsular en dinámicas sociales indeseables.
A nivel personal, llevar la carga de absolutamente todo lo que pasa a nuestro alrededor, nos genera un estrés innecesario. No tenemos el control y está bien. Hacemos lo mejor que podemos con lo que tenemos. Podemos transformar nuestros planes conforme surgen los cambios. Adaptarnos.
Algo parecido a lo que coloquialmente se conoce como fluir, aunque no desde la perspectiva de no hacer absolutamente nada. Sino conforme al concepto taoista Wu-Wei que se refiere a la acción conforme a la naturaleza de las cosas. La «no-acción» ante lo incontrolable.
Cuando el viento sople fuerte no nos quedará más remedio que esperar que el clima mejore para redireccionarnos. Y, cuando el momento llegue, aprovechar aquellas corrientes (las oportunidades) que nos ayuden a avanzar hacia nuestro destino.
Para llevar:
He conocido personas que, como campeones olímpicos, son capaces de cronometrar y seguir cada una de sus actividades con gran exactitud; sin embargo, este estilo de vida no es para todos y, aunque admiro y respeto a quienes lo han conseguido, definitivamente no es para mí.
Por el contrario, hasta el momento no he conocido (mas supongo existe) alguien que fluya por la vida con completa aceptación de la incertidumbre y en armonía con el lugar donde el azar lo haya conducido. Decidir dejar de decidir requiere de gran inteligencia emocional y no es tarea fácil.
Me parece que si estás contemplando cualquiera de estos dos extremos en el espectro planeador, no está de más que te tomes unos meses para saber si funcionan en tu caso. Finalmente serás tú quien lo descubra.
Procuro pensar en mis creaciones como ideas en desarrollo y esta no es diferente. Si sientes que he pasado algo sustancial por alto o tienes algún dato interesante por compartir, déjame saber. Agradeceré la oportunidad de aprender algo nuevo. ❀